Manías
Cristiano Ronaldo siempre sale el último al campo. Silva pisa el césped con el pie izquierdo y Cazorla con el derecho. Casillas besa el larguero cada vez que su equipo marca un gol y así una gran mayoría de futbolistas. Hablo de manías, de ritos, de costumbres, de esa superstición que nos acompaña y que creemos que no cumplirla convertirá el partido en un desastre. Conocí un entrenador que pensaba que los dos últimos números de su habitación del hotel iban a ser el resultado del partido y siempre exigía, dependiendo de si jugaba en casa o fuera, unas habitaciones determinadas. ¿Cosas de locos?, no, como digo creencias que nos hacen sentirnos seguros. Las supersticiones están en la sociedad, somos animales de costumbres y por ello tratamos de convertir la repetición de un acto en una cuestión de fe que nos trae buena suerte. El fútbol es un escaparate tan amplio que parece que todos los porteros son maniáticos a la hora de repetir el color de las camisetas para parar penalties o todos los delanteros deben cambiar de botas si padecen sequía goleadora. Pero si nos fijamos seguro que tenemos un amigo que repite corbata cuando quiere cerrar un negocio concreto o conocemos una historia de alguien que lleva el reloj en la mano derecha porque cree que eso le da suerte. Estampitas, vendajes determinados, espinilleras tuneadas, peinados o camisetas especiales debajo de la oficial forman parte del paisaje maniático de cada vestuario. Hay quien siempre se sienta en el mismo sitio del autobús y quien jamás pisa las líneas del campo. Hay quien escucha siempre la misma canción y todo el mundo sabe que en una final la copa no se toca antes del partido. No son ni buenas ni malas, están y convivimos con ellas. Yo antes de cada partido, y en todos los estadios donde jugamos, cuento los pasos que hay del punto de penalty a la portería, pero lo hago siempre en la portería de la derecha del túnel de vestuarios. Huelga decir que siempre hay los mismos pasos. Manías