«Espuma en la boca»
“Espuma en la boca” les dije a los jugadores antes del partido de Girona, y como ese momento lo grabó la televisión quedó como frase de una victoria tan trabajada y sufrida como merecida. Las frases, los mensajes que desde los entrenadores lanzamos a los jugadores tienen efecto difícil de medir y pueden ser tan motivadores como motivo de fiesta en el vestuario. Los futbolistas y los entrenadores nos regimos por códigos internos que juegan un papel importante en los roles del grupo. Las bromas y las broncas suelen ir precedidas de frases que dependiendo del resultado final se convierten en históricas o ridículas. El entrenador más serio del mundo puede convertirse en un excelente motivador con un chiste que suavice una bronca y el más cercano utilizar una frase con alguna palabra malsonante que sirva de revulsivo. Nada es científico en esto del fútbol pero si es verdad que frases para la historia hay muchas. El “salgamos a divertirnos” de Guardiola en la final de la Champions o la de Luis Aragonés antes de la final de la Eurocopa cuando dijo que “las finales no se juegan, se ganan” son ejemplos conocidos de esos momentos íntimos de vestuario que alguna vez salen a la luz. Siendo jugador todavía recuerdo una de esas frases que marcan. Fue con Felipe Mesones, el entrenador más serio que he conocido, un técnico que siempre nos hablaba a los jugadores de usted y que verlo sonreir era tan complicado como que yo zurdo cerrado le diera a un balón con la derecha. Pues bien jugando en el Elche nos enfrentábamos al Betis B de Diego Tristán y otros ilustres de un filial que dio buenos jugadores al primer equipo en un partido de aquellos que se denominan vitales. Su discurso serio se convirtió en bronca monumental en el descanso tras una primera parte horrible y un marcador de uno a cero en contra. Salimos, bueno salieron mis compañeros, yo como jugador era tan asiduo en los banquillos como lo soy de entrenador, y Patxi Iru nuestro portero en aquel entonces, pidió para el sol una gorra al utillero del equipo. Servicial como he sido siempre me ofrecí a llevársela a la portería. Pero antes de iniciar el camino el entrenador me cogió del brazo y con su cara seria imperturbable me dijo “una gorra, dos gorras, tres gorras, hijo de p….el que no corra” Dígaselo al portero. Atónito y confundido me marche a darle la gorra sin saber qué hacer con aquella consigna tan impropia del mister, y que me sacó una sonrisa de oreja a oreja cuando la escuche. Iru recibió el mensaje con una carcajada y sin creerse que eso lo había dicho Mesones. Se lo jure y lo transmitió al equipo entre sonrisas cómplices y caras perplejas. El equipo recuperó la sonrisa y la fe en el mensaje del entrenador, jugó una segunda parte increíble y empatamos pudiendo ganar. El regreso en autobús fue un festival de la canción con la frase de Mesones de himno alternativo. Frase que nos acompañó en el resto de la temporada y que sirvió de desatascador perfecto para un equipo con dudas. Y es que las frases para la historia forman parte de este nuevo fútbol con cámaras en todas partes y redes sociales que multiplican su alcance. Yo parece que ya tengo una en mi mochila, “espuma en la boca”.