Ramos no me marcó gol de corner

 In Blog de Opinión

No descubro nada si digo que Sergio Ramos ha convertido su capacidad goleadora en los saques de esquina en una seña de identidad de su juego y en un arma demoledora para todo equipo que se enfrenta al Real Madrid. No descubro nada si digo que su capacidad de salto y su habilidad para buscar el balón en cada córner es ya parte de la historia del fútbol español. Pero mucha gente no sabrá que esa habilidad no es algo que ha trabajando últimamente. Es cierto que su visibilidad con goles importantes ha hecho que se hable de Ramos y sus testarazos como algo intrínseco a ese espíritu indudable de su actual club. La capacidad del Real Madrid para tener fe en sí mismo cuando tiene todo en contra forma parte ya de las capacidades de un equipo que tiene en sus genes, en su ADN, ese intangible tan efectivo en el fútbol que es sentirse capaz de todo, no rendirse jamás. El madridismo, en todos sus ámbitos,  desde la grada hasta el último empleado, desde la estrella más rutilante hasta el chaval de la cantera cultiva esa fe como una seña de identidad. Ramos y sus goles en acciones a balón parado en momentos importantes entroncan directamente con esa característica del Madrid. Pero como se suele decir el sevillano traía de fabrica esa habilidad. Y no hablo por hablar, hablo porque lo viví en primera persona. Entrenaba yo al Castellón en Segunda B, luchábamos por segundo año por ascender a segunda en esa promoción fatídica e injusta que nos había dejado la temporada anterior con la miel en los labios tras un año histórico con un equipo increíble. En nuestro camino el Sevilla B de Lolo, Bezares, Kepa, Navas, Puerta (que en paz descanse) Ramos y una generación llamada a hacer historia. Jugadores jóvenes con una gran proyección que en pocos años llevaron al Sevilla a lo más alto. En el partido de Castalia buscaban ellos el ascenso y nosotros acabar la liguilla con honra tras no poder ser candidatos al ascenso. En los informes de rival el nombre de un lateral derecho, Ramos, fuerte, rápido y que iba muy bien de cabeza. En el descanso ya nos había vuelto locos en cada jugada de estrategia, redoblamos los esfuerzos e incidimos en nuestra atención. Sabíamos de su potencial y buscamos pararlo, por lo civil o lo penal, como solemos decir los entrenadores utilizando metáforas para exigir concentración y lo que haga falta para evitar el gol. Y llego el minuto final, y llegó un córner contra nosotros. Lo lanzó el Sevilla y, ¡como no! lo remató Sergio Ramos. Lo que ahora todo el mundo sabe y trata de manera ímproba evitar fue para nosotros un mal menor. El remate del de Camas no acabó en gol, gracias en parte a una gran parada de Xavi Oliva y a la diosa fortuna, el Sevilla B no ascendió y yo puedo decir ahora con ironía y medio en broma que Ramos no me marcó gol de córner.

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