Porteros
“Cuando todo parece perdido, cuando el gol ya lo cantan miles de gargantas y lo celebran tus rivales, si entonces aparece tu mano y lo evita, te sientes el mejor jugador del mundo” Me lo dijo un portero hacen unos años. No era soberbia, era orgullo por su profesión. He tratado con muchos porteros en mis años como entrenador y su fortaleza mental todavía hoy me sigue sorprendiendo. Son héroes colectivos cuando las cosas van bien pero villanos solitarios cuando todo se tuerce. En el particular reparto de papeles que tiene el fútbol forman, junto a los entrenadores y los árbitros, parte de la estirpe de lobos solitarios.
Pero los porteros son diferentes porque los han hecho diferentes. Usan las manos, visten de manera distinta a sus compañeros, entrenan a parte y tienen un entrenador específico. Muchos los tratan de locos y es cierto que parte de ellos alimentan esa aureola para beneficio propio. Las leyendas sobre porteros, los apodos históricos, incluso hasta las reglas de juego, han hecho que en el ideario colectivo veamos a los porteros como parte de una secta dentro de la sociedad futbolística. Pero, ¿están locos los porteros? ¿hay que ser raro para querer jugar con las manos en un deporte donde lo que prima son los pies?
Yo creo que no. Los he tenido de todo tipo, serios, extravagantes, sobrios, maniáticos pero todos o casi todos han demostrado que son uno más. Y que quieren ser uno más. Aunque entrenen a parte del grupo, aunque sean los únicos privilegiados en poder usar las manos en este juego de pies, tipos como Razak o Falcón ahora en el Córdoba o antes Diego Alves, Aragoneses, Aranzubia, German Lux o Xavi Oliva han hecho suya una máxima en la que creo firmemente. Y es que al fútbol no se juega ni con los pies ni con las manos, se juega con la cabeza. Y gente como la que antes he nombrado tienen metida en la cabeza la palabra fútbol en mayúsculas.
En un video promocional de la película de Cristiano Ronaldo se ve como su hijo le dice que quiere jugar a fútbol, ¿de qué? Le pregunta Cristiano; y cuando contesta a su padre que quiere ser portero el jugador del Real Madrid le dice: “estás de broma o que”. No es raro que el voraz delantero portugués, que tiene por misión semanal batir porteros cuantas más veces mejor hable así. Aunque yo le diría al pequeño Cristiano que no le importe ser portero porque ellos tiene los sinónimos más bonitos del fútbol. Y es que poder ser guardameta, cancerbero o arquero no está al alcance de cualquiera.